Renovarse o morir

Castelgrande es una fortificación en Bellinzona, Suiza. Desde que se terminó de edificar su muralla en el siglo XI, ha sufrido diferentes modificaciones y consolidaciones.

¿Cómo se interviene en un edificio histórico?

Derribar o mantener construcciones antiguas es un tema delicado.

El edificio debe tener valor más allá de esa condición propia que le da su pasado. Es decir, no puede conservarse ‘solo’ por el hecho de que sea de otra época.

Y en un mundo en donde evoluciona todo tan rápido, la cosa se complica. Muchos edificios dejan de ser utilizados para el uso con el que fueron diseñados.

Esto solo significa una cosa: RENOVARSE O MORIR.

Parece algo obvio pero no lo es: si construyes una iglesia para una comunidad que, por lo que sea, deja de utilizarla; el edificio ya no vale.

¿OPCIONES?

O la abandonas a su suerte o planteas un nuevo uso en su interior.

Se crea así una curiosa paradoja: para que un edificio no muera, hay que seguir llenándolo de vida. Seguro habréis visto alguna parroquia transformada en biblioteca o incluso en pista de patinaje.

Con el paso del tiempo, los castillos han perdido esa función defensiva inicial para transformarse en objetos turísticos. Lugares que se vinculan a una ciudad o territorio y que reciben gente.

MUCHA GENTE.

Con todo esto que os he contado, os imaginaréis que intervenir en este tipo de edificaciones es complejo. Por eso es TAN BUENA la que hizo Aurelio Galfetti en Castelgrande en 1980.

Su lema ‘mantener = transformar’ nos da una idea de la filosofía que deben tener este tipo de intervenciones. Y no consistió más que en modificar los accesos al castillo desde la ciudad.

Pero claro, mirad qué accesos.

Totalmente integrados en la morfología del edificio. Alternando el hormigón en bruto con la piedra, dando continuidad a todo el conjunto.

Todo ello sin esconderse.

Entendiendo a la perfección el uso del espacio que iba a modificar y mejorándolo con muy poco. Pensadlo: su intervención es un vacío en la masa.

Un vacío que se recorre.

Y coronado en la cima por un parque público que regala a la ciudad.

Un vacío que se recorre transformándose en un vacío en donde quedarse.
Sus materiales: roca, árboles y aire.

En definitiva: ¿se puede intervenir en edificios históricos? Por supuesto.
Solo hay que ser coherente, contar con una buena dosis de sensibilidad y respetar el objeto arquitectónico en cuestión.

[Las imágenes que he utilizado para ilustrar el post son de Giulio Ghiraldi, Derek Ellison y Simone Bossi]

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