El naufragio de la Piscina Club Stella
Imagina un trasatlántico encallado en las orillas de la M‑30. No, no es una metáfora ilusoria: la Piscina‑Club Stella nació con la silueta de un crucero racionalista y es uno de los lugares con más personalidad de la historia reciente de Madrid. Un hallazgo arquitectónico, social y cultural que marcó generaciones y todavía hoy sobrevive de puro milagro, gracias a la protección reglamentaria de una joya tardía.
Corría el año 1947 cuando Manuel Pérez‑Vizcaíno Pérez‑Stella —un empresario con orígenes en los trámites de la ciudad lineal— decidió que aquella parcela en Arturo Soria 231 debía convertirse en un club social con piscina. El proyecto, encargado al arquitecto Fermín Moscoso del Prado Torre, se inspiró en la estética de los clubes náuticos costeros, tan de moda tras la segunda República.